
PADRES E HIJOS
Por muy inocente que sea un muchacho, es necesario que al llegar a la pubertad le anime su padre a confiarle cuanto le ponga en duda o recelo sobre sí mismo, que guardar silencio en las cuestiones que le afligen.
Un padre ha de mirar a su hijo como un amigo, como un hermano a quien todo puede confiárselo, no tendrá para él secreto alguno, porque el amor habrá desvanecido todo temor y el padre podrá preguntarle si tiene algo que le inquiete, le perturbe o le acucie.
Así en el libro, en la página 355.
«Ella libra en sus interior una lucha titánica y salvaje, que hace que se le desencaje el semblante. No quiere que su padre sepa… siente vergüenza. Intenta articular una mentira. Al final , vence el amor de hija.»
Todo padre conoce las pruebas por la que ha de pasar su hijo durante los más bellos años de la vida, y lo ha de aconsejar, acompañar y educar para que pueda alcanzar el éxito y la felicidad.